Desarrollando la Estructura para una Gestión Efectiva de Calidad del Aire

3.2 Componentes claves para la gestión de calidad del aire
3.2-1 Cinco etapas en el proceso de gestión de calidad del aire
Los programas de gestión de calidad del aire que han resultado exitosos tienen varias características en común. Estos programas tienden a seguir un proceso de cinco etapas como las que se ilustran en 3.2-1. Este proceso puede ser usado en cualquier lugar y a cualquier escala, desde un asunto local hasta una plataforma global.

En efecto, los programas exitosos cumplen con:

1. Establecen objetivos claros de calidad de aire (i.e. estándares de calidad de aire)

2. Desarrollan un programa para medir índices de contaminación del aire (i.e. sistema de monitoreo del aire)

3. Identifican las fuentes de los problemas de calidad de aire (i.e. construyen un inventario de emisiones preciso y un programa de las huellas o “fingerprint” asociadas a cada fuente)

4. Desarrollan un plan o enfoque basado en la ciencia para lograr y mantener los objetivos de calidad de aire, considerando los impactos económicos de las medidas de control

5. Desarrollan y hacen cumplir las regulaciones e iniciativas establecidas en el plan de calidad del aire

De manera integral a la mecánica involucrada en las cinco etapas descritas anteriormente, los programas exitosos han incorporado tres importantes valores a cada una de las etapas del proceso. Estos tres valores son:

1. Imparcialidad

2. Transparencia

3. Consistencia

Por imparcialidad se entiende que todas las partes involucradas a lo largo del desarrollo del programa son tratadas de manera equitativa. En el caso de monitoreo del aire, todos los sectores de un área urbana necesitan ser considerados en la medición y los resultados deben ser reportados abiertamente. En el caso de las fuentes de emisión, los esfuerzos para su reducción deben ser balanceados en forma justa entre todos los sectores responsables, en lugar de aislar solo a unos pocos participantes emblemáticos. Los resultados de la aplicación de una ley o regulación deben ser reportados a todas las partes involucradas. Esto no significa que todas las fuentes deban recibir exactamente el mismo número de inspecciones o que todos los sectores tengan que coincidir en donde ubicar los monitores o las regulaciones adoptadas, sino que al menos deben sentir que no están siendo excluidos sin razón o ignorados. Para asegurar que el criterio de imparcialidad ha sido logrado, es necesario que en oportunidades se constituya un grupo de tomadores de decisión con representantes de todos los sectores, y que los integrantes de este grupo sigan el proceso todos juntos.

Transparencia significa que todos los actores, la comunidad medioambiental, la comunidad regulada y el público en general deben, al menos en un sentido general, comprender los procesos a través de los cuales los programas de gestión han sido concebidos, así como los fundamentos del plan de calidad de aire y las regulaciones subsecuentes que se generen. Este proceso debe estar abierto a revisión y comentarios de parte de cualquier persona interesada. En todo caso, como se explicaba anteriormente, esto no significa que todas las partes deban estar de acuerdo con los resultados obtenidos. Es probable que esto no sea así, pero ellos deben entender cada uno de los pasos que se tomaron para llegar a ciertas decisiones.

Finalmente, es imperativo que el proceso regulatorio y su cumplimiento sea aplicado consistentemente. Uno de los principales problemas que hacen fallar un programa de calidad del aire es el grado de cumplimiento, que ataca a diferentes sectores emisores o incluso al mismo sector con distintos niveles de rigurosidad en tiempos distintos o en localidades diferentes. Las mismas violaciones a la regulación vigente debiesen resultar en multas similares o al menos castigos parecidos a las partes infractoras. La información de todos los aspectos del programa de gestión de calidad del aire deben ser accesibles a todas las partes involucradas.

Es necesario destacar que esta sección se refiere a un único “plan de gestión de calidad de aire”. Pese a que es posible elaborar planes independientes para abordar aspectos diferentes del problema de contaminación atmosférica, generalmente es preferible desarrollar un único plan que considere el rango completo de problemas de contaminación en su conjunto. A menudo existe una interrelación significativa entre las soluciones a problemas medioambientales diferentes y algunas medidas de control destacan claramente como más importantes cuando se abordan problemas múltiples de calidad del aire. Un ejemplo de esto son los problemas de ozono y material particulado en el área metropolitana de Los Angeles. Cuando solo se considera el ozono como problema medioambiental, es posible argumentar razonablemente que no es necesario controlar los óxidos de nitrógeno debido a la química atmosférica involucrada en la formación de ozono. Sin embargo, los óxidos de nitrógeno son un componente importante de los problemas de particulado y visibilidad presentes en la misma área metropolitana y deben ser controlados para reducir el material particulado. De esta forma, la estrategia de cumplimiento para ozono debe ser ajustada para reflejar el control de los óxidos de nitrógeno que son necesarios para lograr cumplir los límites de material particulado y visibilidad. Si estos dos problemas son incluidos en un mismo plan, entonces los ajustes necesarios se efectúan naturalmente. Por el contrario, se pueden elaborar planes absolutamente irrealizables si los dos temas no son considerados juntos. Relaciones similares a las existentes entre material particulado y ozono aparecen al abordar problemas de olores y materiales tóxicos.

Cuando no es posible o no tiene sentido mezclar planes de calidad de aire para múltiples contaminantes o varios temas juntos, entonces una opción aceptable es realizar planes individuales. Planes independientes de gestión de calidad de aire son generalmente mejores que no poseer nada en absoluto; y por lo tanto, en estos casos se debe evitar intentar lograr un plan de gestión ideal, con lo cual se atrasen importantes progresos en el mejoramiento de la calidad del aire en el corto plazo. Cuando es necesario desarrollar planes separados, podría ser posible incluir revisiones y balances o algún tipo de análisis general que permita identificar posibles efectos en otro plan paralelo. Por ejemplo, la adición de una etapa al desarrollar el plan de un contaminante criterio podría ser la evaluación del impacto de cada medida en la emisión de gases efecto invernadero. Si el resultado es un efecto negativo en esta última categoría, un método alternativo debe ser encontrado antes de adoptar ese plan.

El propósito de este capítulo es realizar una mirada general a los diversos aspectos del proceso de gestión para la calidad del aire, cómo ellos se relacionan entre sí, y su importancia para lograr un sistema global eficiente. Otros capítulos discutirán detalles específicos relacionados con la gran variedad de componentes del proceso de gestión de calidad de aire.